Adios a todo eso
Estos puertos me dan hambre.
Así que anoche me puse como un cebón en el resturante:
ensalada nicoise, potage montagnard,
escargots con salsa de ajo,
confit de canard
y tres bolas de helado de sabores de la montaña.
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Pero aquí me pasa como en España:
cene lo que cene,
siempre me levanto en ayunas.
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Así que me tengo que abrochar un “petit dejeuner”,
tratando de convertirlo en un “desayuno continental en condiciones”
para abordar el puerto más alto de los Alpes.
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Y así, no hay manera de salir pronto.
¡¡Joder, no soy capaz de madrugar ni estando de vacaciones!!
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Pero bajando el Col d´ Iseran me lo explico todo.
Esto es territorio de marmotas.
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Por aquí la roca de las montañas ha cambiado,
ya no es caliza sino que son cuarcitas y pizarras
que tiñen las montañas de oscuro y dejan a la vista
notables muestras de erosión en las estaciones de esquí.
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Avanzando hacia el oeste vuelvo a pasar por Bramans.
No veo al helicóptero,
pero paso lo mas deprisa que puedo y sin hacer ruido.
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Me acerco al Alpe d´Huez desde el norte
por valles poco transitados,
en los que han desaparecido los motards.
¡¡En el Alpe d´Huez hay muchos ciclistas pero muy pocos moteros!!
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Subo hasta el lago.
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Allí por más que observo
no veo ni rastro de amenaza extraterrestre.
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Recorro kilómetros y kilómetros para volver a mi casa,
siempre por carreteras secundarias,
siempre de col en col,
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aunque esto ya no sean los Alpes.
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Aunque llevo varios dias sin ducharme,
no he tenido ningún éxito con las francesas …
Con las mujeres, digo.
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A pesar de todo, no he dejado de echarme colonia cada día.
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Llevo un frasco que es la medida de mis vacaciones.
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Cuando se me acaba, sé que me tengo que volver.
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Eso no me pasa
ni con los calzoncillos
ni con los calcetines,
ni con el libro que estoy leyendo,
que los puedo usar mucho tiempo
y no se acaban.
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Han pasado unos días,
muchos kilómetros
y muchas curvas
y ya nadie se acuerda de la guerra extraterrestre,
pero por aquí he visto señales
de gente que se prepara para resistir …
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¡¡¡ Esos irreductibles galos … !!!
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En doce días de viaje he recorrido 5537 km atravesando cinco estados. Aunque podían haber sido más porque en el Stelvio casi me congelo.
De media me salen unos 461 km por día que a cinco saludos por kilómetro resultan 2305 saludos diarios.
La velocidad media en movimiento es de 63 km/h, que sale muy baja por culpa del Porche que me hizo parar.
La velocidad máxima ha sido de 160 Km/h, alcanzada la segunda vez que pasé por Bramans.
La altitud máxima alcanzada ha sido de 2821 metros, osea que sí subí andando al alto del Col de la Bonnette.
El desnivel acumulado de subida es de 78.373 metros y el desnivel acumulado de bajada es de 84.994 metros. Tampoco trato de entenderlo, es así y punto.
El gasto medio diario fue de unos 100 euros, incluyendo la gasolina, y sin contar la Ultraligt Pro 3. ¡Menudos son estos tíos con el tema del dinero!
No tuve ningún problema con la gente, ni con la moto, ni con las carreteras… solo uno con una gallina y un helicóptero.-
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La verdad es que no me puedo quejar.
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No es que recorrer los Alpes sea como estar en
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pero todo fue viento en popa
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incluso en los puertos más altos.
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Pero claro,
tampoco me empeñé en llegar
a las mismísimas cumbres,
solo a los “col”.
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