Arrieros del siglo XXI. Primer día

Arrieros del siglo XXI. Primer día

1º día: Oviedo (Asturias) - Riaño (León) – Venta de Baños (Palencia).

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Hoy arranca nuestra aventura por la Cañada Leonesa Oriental.

Lo que comenzó siendo un simple comentario de Fraile

alrededor de una botella de sidra,

se ha convertido en un sueño

que han hecho realidad

siete poetas del foro Moterosastures.com:

Fraile, Santi, Fran, JLA, Euge, Rodrigo y Xosenel.

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Al término de una de tantas rutas trail de las que realizamos los moteros,

cuando, en torno a una sidra,

varios amigos tratábamos de alargar la jornada,

observando los tejados de Oviedo

desde los ventanales de la sidrería “El Mirador”,

Fraile nos interpeló:

- ¿Por qué no intentamos recorrer

alguna de las grandes rutas que atraviesan España

en la que disfrutemos sin límite

de nuestra pasión por las motos y los caminos sin asfaltar?

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Después de varios meses de preparativos,

de unas cuantas reuniones,

de algunas dudas

y de numerosas llamadas de teléfono

y horas de trabajo para trazar la ruta,

aquel sueño que nació en torno a una botella de sidra

se ha convertido, gracias a la ilusión y al esfuerzo de siete amigos,

en una aventura presta para ser vivida.

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Nos proponemos recorrer España

por una de las rutas ganaderas que la atraviesan de Norte a Sur

desde tiempos inmemoriales:

La Cañada Leonesa Oriental.

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Mas de setecientos kilómetros de vía pecuaria

por las que el ganado trashumante ha recorrido la península

alternando los pastos frescos del verano en la Cordillera Cantábrica

con los pastos de las suaves colinas de las dehesas de La Serena

en Extremadura, comarca a donde bajaba a pastar en invierno.

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Sabemos que no será fácil.

Será necesario investigar en diversos mapas

el trazado de la antigua vía ganadera,

en parte desaparecida por el paso del tiempo.

No en vano lleva casi un siglo

sin ser utilizada por los pastores trashumantes.

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Trazaremos el itinerario en mapas topográficos

Alrededor de 40 mapas que creamos al efecto,

y como ayuda inestimable tendremos que pasar los datos a un GPS

con el fin de orientarnos a lo largo del camino.

Tendremos que revisar y poner a punto las motos

para lo que será una prueba de resistencia extrema campo a través:

nadie sabe lo que nos encontraremos en al camino.

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Deberemos preparar herramientas, algunos repuestos y equipaje.

Y también habremos de tramitar los permisos necesarios

para poder circular por la cañada con vehículos motorizados,

asunto decisivo, porque la ausencia de autorizaciones

impidiría siquiera iniciar el intento.

Llevaremos dos cámaras de vídeo

y varias de fotografía

para guardar el recuerdo de los lugares por los que pasemos.

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Nuevos arrieros del siglo XXI,

por fin nos disponemos a hollar de nuevo

los caminos que trazaron antaño los viejos pastores trashumantes

en los que desde hace más de medio siglo

no se oye el tintineo de las esquilas del ganado.

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Tras una víspera en la que los nervios y los últimos preparativos

nos dejaron dormir muy poco,

nos hemos citado en la gasolinera de Fonciello

para atravesar la Cordillera por el puerto de Tarna en dirección a Riaño.

Allí, comenzaremos nuestra ruta,

a orillas del embalse que inundó,

como tantas otras cosas,

la vieja cañada.

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Los pronósticos meteorológicos nos anuncian lluvias ligeras

en las zonas altas de montaña

que tenderán a remitir a lo largo del día.

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Son las siete de la mañana.

Llueve con intensidad.

Amanece.

Estamos impacientes y muy ilusionados.

Salimos con cierto retraso. Fran no se encuentra bien.

El intenso trabajo de los días previos le está pasando factura.

Se siente mareado. Por seguridad paramos en varias ocasiones hasta que se recupera.

Subimos el puerto con precaución.

Circulamos solos, hay poco tráfico, y el suelo está mojado.

A cierta altura, pasado el pueblo de Tarna,

la lluvia se convierte en nieve

que cubre los hayedos que circundan la carretera.

Las hayas forman una estupenda postal invernal,

un poco impropia del mes de mayo

y muy poco adecuada para un viaje en moto.

Remontamos el puerto

quitando antes de cada curva

la nieve de la pantalla del casco.

No se ve nada.

Pasado el puerto, con las aguas del embalse a la vista,

aún continúa haciendo mucho frío.

El sol pugna por atravesar las nubes.

Entramos en el nuevo Riaño en un día frío y soleado de primavera.

Allí nos encontramos con Fraile y conocemos a Santi,

venido desde Madrid,

que nos esperaban desde la tarde anterior.

Tomamos algo caliente y Xosenel se empeña en hacernos millonarios.

Fraile, que al azar ha cogido el palillo mas corto,

se hará cargo de los fondos del tesoro comunitario.

Nos hacemos las fotos antes de la partida.

Santi nos muestra la rueda trasera de su moto.

Una errónea colocación de la cubierta trasera,

puesta ex profeso para el viaje,

seguramente instalada con presiones inadecuadas,

ha hecho que los tacos desaparezcan en el viaje desde Madrid.

En Riaño no hay cubiertas, pero Santi sigue adelante.

Todos bajamos la presión de las ruedas y llenamos los depósitos.

Rugen los motores.

Comenzamos el viaje

buscando la orilla del embalse

desde la que emerge, mágica, la cañada.

La suerte está echada.

Desde la orilla no percibimos la continuación de la cañada.

Xosenel emprende una exploración por un cortafuegos para ver,

si desde aquí, la ruta es practicable

y podemos enlazar con el primer tramo de la cañada.

Pero no es posible.

Xosenel, que para llegar al cortafuegos,

ha tenido que atravesar en las orillas del embalse un muro de zarzas,

tras sus primeros abrazos,

se ha quedado sin su traje de agua que está completamente desgarrado.

Damos la vuelta para buscar el punto más cercano en que la cañada cruce la carretera.

Aunque la orografía es agreste,

aún estamos en las estribaciones de la cordillera,

encontramos un cruce en el que accedemos a una pista practicable

que discurre entre laderas inclinadas.

Al fondo, el pueblo de Riaño.

Pero las pistas que recorremos no tienen salida.

Damos la vuelta varias veces.

Nos topamos con la montura de los viejos arrieros de estas montañas.

La diversión ha comenzado.

Disfrutamos del día,
de las pistas,
de la compañía,
de los primeros vadeos …

El día es espléndido.

Por fin alcanzamos algunas crestas.

Las indicaciones de otros caminantes nos llevan a un alto.

Desde aquí hay que remontar hasta un pico

en el que hay una caseta de vigilancia forestal.

¿En primera?, sí,

¿En segunda?, sí,

¿En tercera?, ¡¡ya veremos!!.

Allá vamos.

Yo no pasé de la primera.

En el pico encontramos un refugio que parece abandonado.

Las BMW ya se han hecho amigas

En el alto, la cordillera, que vamos dejando atrás, se muestra imponente.

Por delante, el horizonte infinito es nuestro destino.

Encontramos el primer rebaño en la cañada.

La foto, por tanto es obligada.

El autor preparando la toma. Que parezca natural.

Una gran foto. Natural.

La orografía se suaviza.

Ahora recorremos pistas de tierra con trazas de arena

entre barbechos y relictos robledales.

Recorremos kilómetros y kilómetros por pistas rápidas

entre altos pinares de repoblación.

La búsqueda del trazado original de la cañada,

que a veces se pierde por las repoblaciones forestales,

nos lleva a un humedal en el que se hunde la moto de Santi.

Un empujón y a rodar de nuevo.

Continuamos por pistas rápidas muy divertidas.

Vemos los primeros sembrados extensivos de cereal.

En algunos tramos hemos de alejarnos

del que nos precede si no queremos tragar polvo.

Al lado de la cañada, en medio de la nada,

encontramos algunos apriscos perfectamente restaurados.

Me entretengo en una foto y mira por dónde trasponen  estos tíos.

Si no espabilo, los pierdo.

Bajando hacia el sur, atravesamos el Camino francés,

denominación del trazado más transitado

del Camino que va a Santiago de Compostela,

por donde circulaban los peregrinos del norte de Europa,

conocidos genéricamente como “los franceses”.

En la llanura castellana nos encontramos

las primeras vallas con candado que hay que sortear.

También nos encontramos las primeras indicaciones oficiales del trazado de la cañada.

Unas románticas:

Otras, simplemente… oficiales.

Atravesamos algunos pueblos.

Cruzamos una de las grandes obras públicas
de la Ilustración española: el Canal de castilla.

Diseñado en el siglo XVIII como una vía fluvial de transporte

para exportar los cereales de Castilla,

que se llevaban en barcazas arrastradas por tiros de mulas,

salvando los desniveles por medio de exclusas,

algunas de las cuales todavía se conservan,

cayó en desuso en el siglo XX por la competencia del ferrocarril.

Hoy, que solo se emplea como canal de riego,

es un corredor húmedo y verde en medio de la meseta castellana

que busca un nuevo destino como ruta turística.

Al atardecer llegamos a Palencia

y atravesamos Villamuriel del Cerrato, donde mañana comenzaremos la ruta.

Buscamos alojamiento en Venta de Baños,

centro ferroviario en las cercanías de Palencia.

Cenamos en una antigua bodega

convertida en mesón de un pueblecito de los alrededores, Tariego.

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Voto a brios, que los arrieros disfrutamos como pastores trashumantes

trinchando piernas de lechal, cual si fueran de nuestro propio rebaño.

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Si alguna vez os perdéis por estas tierras,

recordad que no se come nada mal en esta venta, compañeros.

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Viva el vino, viva el trail y la pierna de cordero,

que las mujeres, qué pena amigos,

se han quedado en casa.

-

Las echaremos de menos,

sobre todo al compartir habitación

con nuestros delicados compañeros,

que casi no huelen, casi no roncan,

casi no huelen, casi no roncan,

casi, casi….

La verdad es que cenamos como mayorales.

Al acabar la cena, Fraile,

quiere felicitar al mesonero,

por lo que se acerca al camarero y le dice en voz baja:

- Los entrantes…, magníficos…;

el cordero…, excepcional…;

el vino …, excelente…,

peroooo…

El mesonero, un poco amoscado, contesta:

- ¡Hombre!. Siempre tiene que haber un pero.

Y Fraile remata:

- Pero los postres se salen, caballero.

-

La carcajada fue general.

Fraile y Santi, que vinieron a pie hasta el mesón,

vuelven al hotel como todos, caminando.

Tres kilómetros de charla para venir y tres para volver.

No todo va a ser trail, señores.

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Arrieros cantad conmigo:

¡Viva el trail!

¡Viva el vino!,

¡Viva la pierna de cordero.!

-

¡Viva el trail!

Viva el vino!

Viva la pierna de cordero.!

El día…,

cojonudo,

pero los compañeros…,

se salen.

-

Nos vamos a dormir.

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Cañada Leonesa oriental. Segundo día