CON LA AYUDA DE MIS AMIGOS
Desde hace años acaricio el proyecto de recorrer en una ruta trail
el trayecto que une Finisterre, en la costa atlántica
con el cabo Creus, el finisterre de la costa mediterránea.
Una especie de GR- 1 en versión trail.
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Poco a poco, con la ayuda de unos y otros amigos,
he ido plasmando en el mapa cuál podría ser el recorrido.
Isaac Feliú trazó el tramo de la Transpirenaica,
Javi (Mómaro) pergeñó el tramo de Galicia,
y con Miguel-30mps, he ido trazando y recorriendo
la ruta que atravesando Euzkadi y Castilla y León puede unir ambos extremos.
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Está claro que contar con la ayuda de tus amigos es la mejor garantía para llegar muy lejos.
Pero la realización de ese proyecto, incluso con la ayuda de mis amigos,
se está demorando demasiado tiempo.
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Este verano lo intenté con Miguel.
Pero al poco de comenzar,
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cuando ya habiamos recorrido el tramo de Cataluña,
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los problemas de mi moto nos hicieron abandonar.
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Este otoño, aprovechando un fin de semana libre
me propuse recorrer uno de los tramos de esa ruta,
situado entre Lugo y Balouta, en Los Ancares leoneses,
que todavía no conozco a pesar de que no me queda muy lejos de casa.
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Y, de paso, quería echar un ojo al refugio de Sentadores,
en el que nunca había estado,
por si nos viniera bien para otras ocasiones.
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Fue un magnífico fin de semana haciendo trail en tierras lucenses y asturianas
con Miguel y Eusebio, dos amigos con los que viajar en moto es un placer.
Eusebio, que conoce esos territorios como la palma de su mano,
y Miguel, viejo compañero de fatigas que vino desde Alicante.
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Sebito nos contó al detalle con fotos, vídeos y comentarios
cómo fue la jornada del sábado en “Un día entero de excelente trail“
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Rodamos juntos toda la jornada pasando por bonitos enclaves como Navia de Suarna
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o Travesas, con su tejo y su fuente.
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Con los últimos rayos de sol sobre el camino,
contentos por haber compartido ruta,
nos despedimos de Eusebio
de todas las formas que sabemos
muy cerca de Castroverde,
emplazándonos para futuras ocasiones.
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Miguel y yo seguimos rodando, ya muy cerca de Lugo,
por preciosos caminos cubiertos de bosques galería
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hasta entrada la noche
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en que tuvimos que salir al asfalto muy cerca de nuestro destino.
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Pero estar en los territorios de Sebito,
que conoce cada pista, cada pueblo, cada aldea, cada cruce,
es estar en los territorios de Sebito…
- Ese faro que me sigue parece el de una África Twin- pensé
¡¡¡Y Sebito nos volvió a encontrar en una gasolinera de las afueras!!!
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Desde allí nos guió a Lugo hasta encontrar alojamiento
en un ejercicio de hospitalidad y amabilidad
que todavía no sabemos cómo corresponder.
¡Gracias Eusebio!
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En la mañana del domingo emprendimos ruta con una bruma
que Eusebio nos prometió que sería sol en un par de horas.
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Y nos empeñamos en recorrer, camino de Fonsagrada,
el tramo que nos quedó pendiente la tarde anterior.
Son unos pocos kilómetros que, de haberlos conocido,
podríamos haber recorrido de noche sin problemas.
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Pero nos habríamos perdido los encantadores parajes que solo de día se pueden observar
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Tomamos la carretera camino de Fonsagrada.
Es un tramo de buen asfalto con muchas curvas y muy divertido.
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Hasta llegar a la Presa de Grandas de Salime.
-Psado
Pasado el Puerto del Palo, le propuse a Miguel,
una parada en “Casa El Chino” de Linares
un bar tienda vestigio de otra época
donde Emilio “El Chino” y Marcelina regentan con exquisita amabilidad
una acogedora casa de comidas, que es una joya etnográfica.
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Con ser la comida, de estilo tradicional, excelente,
y la colección de botellas muy llamativa,
-Emilio aseguraba no haberlas limpiado en más de treinta años-
lo que mas me gusta de esta casa
son las conversaciones de los clientes con sus dueños,
que crean con su sola presencia un ambiente único.
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Siempre que he parado a comer o a descansar
he disfrutado de un buen rato de conversación
y me he llevado alguno de los magníficos productos
que despachaban en su tienda: vino artesanal, embutidos, pimentón, …
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Esta vez, encontramos la puerta cerrada,
y aunque Marcelina nos abrió enseguida,
pronto sentimos la ausencia de su compañero de fatigas
durante más de cincuenta años.
Ella nos contó que Emilio falleció hace unos meses.
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Saber que alguien irrepetible y muy querido se ha ido,
y ver, en la soledad y el dolor de su viuda, un mundo que se acaba
me encogió el alma doblemente.
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Me costó asimilar la mala noticia.
Pero con el ánimo aún marcado por la tristeza
le propuse a Miguel continuar nuestro viaje camino de Oviedo
explorando unos pasos situados en la Sierra de Quintanal entre Tineo y Belmonte.
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- No sé si tendré ánimo suficiente para atravesarla- pensé,
porque hace poco tiempo lo intenté sin conseguirlo,
como un viajero solitario,
tanto desde la vertiente de Belmonte como desde Tineo.
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En ambos casos, con tan poco valor como tacos en las ruedas,
me di la vuelta ante las primeras dificultades.
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Ambas laderas de la sierra,
tanto la belmontina, mas boscosa,
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como la tinetense, donde aflora la cuarcita,
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tienen en común un acusado desnivel
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que hace que sus pueblos se cuelguen en las laderas
como si de un balcón se tratara.
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La prueba de los imponentes desniveles de estos parajes
es que muy cerca de aquí, en la contigua Sierra de La Cabra,
se encuentra la Fana de Genestaza,
uno de los más singulares fenómenos geológicos de Asturias.
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La Fana de Genestaza es una ladera cuarcítica
que debido a su inclinación
se desmorona paulatinamente por la erosión del agua.
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Acceder a cualquiera de estos pueblos donde se acaba la carretera
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supone rodar por carreterillas y pistas oteando a cada instante el precipicio.
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Pero afrontar de nuevo, en compañía de Miguel,
estos inciertos pasos de montaña
que solo surcan los tractores ganaderos
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en los que, sin dudarlo, sabes que habrá dificultades, me da seguridad.
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Cada vez que le pregunto si seguimos adelante,
Miguel me responde con una sonrisa
diciéndome que esto le está resultando muy divertido.
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A pesar de llevar en el GPS la ruta que parecía más lógica
desde la perspectiva de una foto aérea,
hemos de parar en cada collado e improvisar alternativas sobre el terreno.
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Las vistas del concejo de Belmonte son impresionantes.
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Peleando contra laderas empinadas,
fuimos encontrando los pasos que dan acceso al otro valle.
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A pesar de que el terreno estaba seco …
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y de que ninguna cuesta nos pareció inabordable,
no pudimos evitar alguna sorpresa inesperada.
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Poco a poco, aprovechando los últimos rayos del sol del domingo
que iluminaban las cumbres que coronan estos valles,
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franqueamos el paso entre la aldea de Abedul del concejo de Tineo
y San Esteban, en el vecino concejo de Belmonte.
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Así se despejaron las dudas de aquel viajero solitario
sobre los vericuetos de la ruta entre Lugo y Los Ancares,
y sobre los desconocidos pasos de la sierra que unen Tineo con Belmonte,
que solo se atrevió a recorrer el camino
con la inestimable ayuda de sus amigos.
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