Los vaqueros del trail

Ayer lunes día 8,

aprovechando la fiesta y convocados por Jandro,

nos juntamos unos cuantos en la Gruta para hacer alguna rutilla por caminos.


Jandro que venía desde Gijón

y Fran y yo que salimos de Oviedo,

despegamos de las sábanas a Wallace,

con el que quedamos más tarde en el area recreativa del Pico Polio en Mieres. 

Echamos de menos a Pierdetornillos, que por algún imprevisto no acudió a la cita. Otra vez será.


En el área recreativa nuevos saludos,

repaso del verano y de las rutas que algunos nos habiamos perdido.



El dédalo de pistas del Pico Polio,

una antigua mina a cielo abierto,

hoy regenerada para usos ganaderos nos espera.

Las vistas, en cuanto alcanzamos altitud suficiente, son impresionantes.



En lo alto, comienzan las preguntas:

- Jandro: ¿Se puede subir hasta las antenas que se ven en el pico del fondo?


-Rodrigo: Efectivamente,

hay una pista que llega hasta las mismas antenas, no sin alguna dificultad.


Wallace y Fran parece que planean el recorrido.


Durante la ruta procuramos no molestar a los animales que pastan.

Jandro cruza una vez cedido el paso al toro.

Si el toro pasó primero: ¿Educación motera o “respeto” al toro?



Posamos en lo alto,

junto al vértice geodésico,

en el que soplaba fuerte viento, a pesar del día soleado.



El misterio de la cumbre:

¿un antiguo foso para la zapata de otra antena

o un nevero para guardar nieve durante más tiempo?



Las pistas que enlazan

con el cordal de Urbiés

nos deparan el paso por un pequeño bosque.



Pistas de tierra, recientemente reacondicionadas

nos llevan al alto de la Colladiella.


Pero antes, hacemos una parada en Casa Migio,

donde preparan excelentes asados.

He aquí la prueba: cordero a la estaca.

Seis horas al fuego son necesarias para que el asado esté bien hecho.

Un anticipo de lo que se prepara para dentro de poco.

Hoy solo tomamos un refresco. Ummm.




Dejamos atrás el monumento al minero

y nos dirigimos a los valles de Laviana.

Trazamos planes:

La idea es pasar por Fresnedo en dirección a Peña Mea

y bajar hasta Pelúgano.



La bajada hasta Forno se presenta muy empinada y sugerente.



En el camino de Peña Mea

algunos parajes calizos por los que discurre la pista son espectaculares.

No en vano poco antes del paso entre rocas que aquí se ve,

un desprendimiento hizo rodar precipicio abajo una excavadora

que todavía permanece como testigo mudo del accidente.



Ejemplos de arquitectura de montaña en la subida.



Wallace siempre en cabeza,

nos espera frente al abismo de montañas.

Estamos en el comienzo de la bajada hacia Pelúgano.

¿En qué estará pensando?



Pasamos por Moreda a comer y respostar.

Nos quedan ganas de caminar y tenemos energía nueva para continuar hacia La Carisa.

La gran ruta trail hacia León.

El paso que utilizaron hace dos mil años las legiones romanas para penetrar en los territorios de los astures.


Tomamos un enlace desde Moreda

junto a los viejos cargaderos de carbón

y enlazamos con el ramal que viene desde Carabanzo.



En el primer mirador,

hacemos un descanso

y observamos desde aquí las rutas recorridas:

podemos ver el Polio, el cordal de Urbiés y Peña Mea.


Seguimos adelante.

La Carisa no ha hecho más que empezar.



En las alturas, pasados los bosques de castaños

divisamos alguñas brañas ganaderas.

En una de estas cabañas tenemos previsto encargar el cordero a la estaca.


Bueno, estos ganaderos no viven mal.

¡Tienen piscina!




La ruta de La Carisa es interminable,

kilómetros y kilómetros de pistas bien trazadas,

habilitadas para el paso de tractores y todo terrenos, muy bien señalizadas.

Con indicaciones de las rutas alternativas,

los desvíos o los lugares o vegetación de interés.

Un ejemplo de puesta en valor de una ruta histórica.

Discurre por bosques, pastizales, piornales y hayedos,

se divisan dólmenes

y desviandose un poco

pueden apreciarse las excavaciones arqueológicas

del campamento romano.


Para disfrutar entre soledades sobrecogedoras.



Llegando a la provincia de León,

algunas indicaciones sobre los castros.

Los caballos del fondo ajenos al paso del tiempo,

parece que estuvieran allí desde antes de que Publio Carisio

decidiera establecer la ruta de León a Gijón

y antes desde luego de que nuestros contemporáneos colocaran el cartel.



La bajada hasta Pendilla presenta algunas dificultades técnicas.

Nada que los traileros intrépidos de moteros astures no pudieran superar con éxito.

Pedruscos grandes, aquí llamados regodones,

arroyadas en medio del camino capaces de enterrar una moto con el motero encima,

algún paso estrechuco: nada que no haga disfrutar al trailero de pro.


La verdad es que todos lo recordábamos peor.



Una parada para refrescarnos,

ya que hizo calor de lo lindo, y para decidir la ruta de vuelta.




Wallace se despide, bajará por Pajares.


Pero Fran, Jandro y yo no tenemos bastante

y como no tenemos prisa nos vamos por Vegacervera hacia el puerto de Vegarada.

Guiados por Fran, hacemos una ruta por carreterillas preciosas entre bosquecillos, arroyos  y farallones calizos.


Pasamos por Coladilla

pueblo en el que hacen un yogur artesanal que dicen que es manjar exquisito,

en cuya iglesia paramos no hace mucho a comer en otra ruta de este foro.


Camino de Vegarada

paramos a ver una cascada entre rocas en la que se nos aparecieron dos fantasmas.




En la subida al puerto

algún paraje solitario en medio de la nada.

No hay casas, no hay tendidos,

solo alguna pista ganadera

y un pastor con su ganado.

Al fondo, la subida a la estación de San Isidro.



En el puerto de Vegarada,

con los últimos rayos de sol dándoles en la cara,

Jandro y Fran se aprestan a cruzar el puerto.



Los paisajes bucólicos y pastoriles de Vegarada.



Llegamos al asfalto, el sol ha declinado.

Hay que volver.

Última parada para despedirse,

y avisar de nuestro regreso a casa.

Jandro nos vigila.



Han sido 12 horas de viaje en buena compañía

por parajes extraordinarios montados en los caballos de hierro.


Estoy molido,

tengo polvo por todos los rincones de mi cuerpo,

lo puedo oler, oir y masticar,

la chaqueta que hasta hoy era negra ahora es parda.

Me siento como los vaqueros que arreaban reatas de ganado en el oeste.

He echado de menos los pañuelos

que se ponían en la cara para taparse la nariz y la boca.

Así que me voy a descansar:



Hasta la vista amigos.

Ya estamos preparando la próxima.