Siste viator. En busca de la estela

SISTE VIATOR. En busca de la estela

Todos los que hayais conocido a Xosenel

sabeis ya la huella que ha dejado en nosotros.


SISTE VIATOR. Homenaje a Xosenel.


Y también sabeis lo difícil que es decir adios a un buen amigo.


En este tiempo que hemos tenido para despedirnos

de nuestro buen amigo Xosenel

cada uno lo ha hecho a su manera:

compartiendo un vuelo en avioneta,

viajando en globo,

dando una vuelta en moto por las pistas que tanto le gustaban,

charlando alrededor de unas tapas de pulpo,

o simplemente, compartiendo un rato juntos.

 

Una mirada y un breve comentario de Juan Carlos “Ceibe”

poponiéndome viajar hasta la estela que aparece en el poema

para leerlo allí, nos pareció a ambos,

casi sin hablarlo, una emotiva forma de homenaje.



Sin hablar más de cómo o de cuándo hacerlo,

cada cual se volvió a su casa con la idea

bulliendo en su cabeza.


Pero, dónde estará aquella estela,

con la inscripción latina “Siste viator, heroem calcas”.

“Detente viajero, aquí yace un héroe”,

que casualmente encontré cuando andaba perdido

buscando a  mis compañeros de ruta en la cañada.



Hace diez años, investigué su significado

para redactar la crónica de aquel día,

pero nunca he encontrado una mención concreta

a la inscripción que encontramos en la cañada.


Esa noche me propuse dar de nuevo una batida

para localizar la estela y tratar de averiguar a quién estaba dedicada.


Desempolvé las viejas fotos, para ver entre qué pueblos estaba,


encontré unas columnas con el nombre de la finca,



revisé la ruta que llevó Xosenel en el GPS,



y localicé, con ayuda de la memoria y de las fotos aéreas

un tramo de unos 20 km de la cañada

por donde me pareció que podía estar la estela.



Pero era imposible localizar aquella inscripción

por su reducido tamaño en las fotos aéreas.

Mientras tanto, las búsquedas

de referencias concretas a la estela

que hacía en google

eran infructuosas.

Era como buscar una aguja en un pajar.


Tenía algunas pistas:

un paisaje, el nombre de una finca, un track que pasa cerca de la estela,

pero eran insuficientes.



No me estaba resultando fácil encontrar aquella estela

que hace diez años vi en medio de la nada.



Pero aquella misma noche, a cientos de kilómetros de distancia,

sin habernos puesto de acuerdo para ello,

Juan Carlos “Ceibe” está haciendo de las suyas…

y me manda un mensaje por wattsapp.



Ceibe, más sagaz que yo,  ha rastreado no solo el texto,

sino también las imágenes de google

y ha encontrado una foto de la estela

que han publicado unos ciclistas .



Tras la foto ha localizado el enlace a una ruta de wikiloc …




Podeis imaginaros la emoción por el hallazgo.

Cruzo la ruta de wikiloc de los ciclistas

con el track que conservo de la cañada,

e intento localizar el lugar exacto

donde se encuentra la inscripción…


Pero no obtengo ningún resultado.


Esa misma noche, Juan Carlos “Ceibe” envió un correo a Edu,

el ciclista autor de las fotos y de la ruta colgada en wikiloc

para ver si nos podía mostrar la localización exacta de la inscripción.


Ceibe le contó nuestra historia, quién era Xosenel

y por qué buscábamos le estela.

 



Ya veis cómo respondió Edu, un personaje formidable,

de la misma forma que lo hubiera hecho Xosenel,

a lo grande,

colgando una nueva ruta dedicada a nuestro amigo,

con el punto exacto donde se encuentra la estela

que andábamos buscando.



Gracias a Juan Carlos “Ceibe” y a Edu,

teníamos la ubicación exacta de la estela.


El viaje era ineludible, aunque no supiéramos el cuándo.


Solo quedaba planear cómo llegar hasta ella …


Las conversaciones con Ceibe eran constantes…


Con muchas ganas y la moto a punto,

con Juan Carlos “Ceibe” sin vacaciones a la vista,

me costó poco convencer a mi amigo Miguel-30mps,

el compañero imprescindible para los grandes viajes,

para que cambiáramos el derrotero

de un viaje hacia Galicia

que ya teníamos planeado en Semana Santa .


¡Iríamos hasta la estela como homenaje a Xosenel!


Calculamos cuatro días para llegar hasta allí y cuatro para volver.

Mientras tanto, Juan Carlos “Ceibe”,

que no disponía de los mismos días que nosotros

también trazó sus planes …

Con el track a punto y el rutómetro a la vista…



…Miguel y yo nos pusimos en camino.




En la cordillera sabiamos que algunos puertos

estarían cerrados por la nieve

e improvisamos  otros pasos.






 La llegada a Santa María de Velilla siempre sobrecoge

por lo imponente del edificio que aparece entre los robles centenarios.





Hemos coincidido con el “Camino olvidado a Santigo”

que ha sido señalizado recientemente.



Subimos las últimas crestas para despedirnos de la cordillera.

Aquí nos despedimos de las montañas…


para decir hola a la meseta.



Una sorpresa en el camino que para los maderistas  es una tragedia

nos corta el paso antes de la Ermita de la Virgen del Amparo,

parada obligada de los trashumantes que recorrían la cañada.



Hemos de improvisar, de nuevo, alternativas. 


Estamos en un tramo bien marcado de la cañada real leonesa occidental

que guarda el ancho que reglamentaron los reyes medievales.




En el primer encuentro con ganado la foto es obligada. 



 Las pistas son muy rápidas y no tienen dificultades.





De cuando en cuando encontramos

algunas tenadas para que los ganaderos trashumantes

guardaran el ganado.


 Como tantas veces, nos agrada encontrarnos

otra vez, el cruce con el camino francés a Santigo.



Al declinar el sol,

también nos encontramos algunos pequeños vadeos,

que no ofrecen ninguna dificultad

si escoges el paso adecuado.


para acabar durmiendo en Carrión de los Condes,

donde siempre visitamos a la contorsionista

y al músico que, sin dejar de tocar, no para de mirarla.




 Al día siguiente algunos cauces están más crecidos.



Cruzamos otras rutas.



La iglesia visigoda de San Juan de Baños,

junto a Palencia, bien merece una visita.



 Pistas sin dificultades nos llevan al Canal de Castilla.







Una visita breve al castillo de Iscar,

para ver sus almenas, barbacanas, saeteras…





 catapultas…



 y alguna muestra de ese estilo tan español de hacer algunas cosas…



Nos adentramos ahora en zona de arenales y pinares,

en alguna ruta sugerente.





con nuevas explotaciones agrícolas de fresa.




y las tradicionales que aprovechan la resina de los pinos.





Continuamos desde Coca de Alba, donde contemplamos su castillo.





Rumbo al sur la cañada conserva su anchura …



o se recorta dejando entre sembrados y roturaciones

únicamente la vía de servicio.



Nos vamos acercando al Sistema Central

y vislumbramos de nuevo algunas sierras.



Tanta moto nos pasa factura y parece que más que sentados

nos gustaría estar tumbados

en la ermita de Nuestra Señora del Cubillo.



 Hay que aprovechar algunas pistas de los eólicos


 y algunas carreteras secundarias

para evitar tramos naturales especialmente protegidos.





La cañada nos depara nuevos encuentros con la Historia.

Pasamos el puente de Valsordo, cerca de Cebreros

con el importe del peaje escrito en la gran piedra. 





No muy lejos nos encontramos unos toros, los de Guisando,

donde Isabel fue nombrada heredera del trono de Castilla.





En Toledo cambian las señales que indican la cañada.



 Como en todos lados está ocupada por sus naturales habitantes.



No planeamos las pernoctas.

A las siete de la tarde vamos cerrando el grifo de la gasolina

y buscamos acomodo en los pueblos que encontramos en la ruta

procurando no alejarnos demasiado.



Y puede pasar que en cualquier lugar, en que casualmente hayas parado,

dejando las motos descansando junto a cualquier casa,

alguien, que en ese mismo momento sale por cualquier puerta,

te diga…

- Por aquí también pasaron hace años

unos moteros que, como vosotros,

recorrían la cañada

y escribieron una crónica del viaje.


- Quizá fuéramos nosotros, le respondo.


- Entre ellos había uno que llevaba una DR y se llamaba Xosenel.



Ya veis, en Almendral de la Cañada, provincia de Toledo,

Xosenel también tenía amigos,

como Adrián “Xatafix” de Motostrail

con el que compartía inquietudes comunes por las motos

y especial devoción por la DR.



Nos vamos de Almendral de la Cañada

impresionados por el encuentro con Adrián.



 El entorno de la Sierra de Gredos nos depara vistas espectaculares.



 Pistas fáciles y amenas entre dehesas de encinas.



 Entornos bucólicos y poco transitados.







A partir de Sotillo de las Palomas



el relieve se vuelve plano



 y el paisaje algo más seco.



 Las pistas que ahora son más arenosas están siempre solitarias.



Este rodar y rodar incesante rumbo al sur,

rumbo a la estela,

se convierte en una agradable prueba de tesón y resistencia.



 Nuestro continuo rodar solo se ve interrumpido

por una parada en una antigua “posta”,

que, al lado de la vieja cañada

y de la carretera de Madrid a Extremadura,

se ha quedado al margen de los nuevos tiempos

que han traido las modernas autopistas.



 Como veis, el ganado nos sigue acompañando



 Nuestra ruta hacia la estela parece interminable.



 La cañada está marcada con sus hitos: VP, “Vía pecuaria”



 Cruzamos vías de ferrocarril



 Y nos topamos con otras rutas bien marcadas,

que casi paralelas a la nuestra

caminan en peregrinación a Guadalupe.





En algún pequeño tramo, coincidimos.





Pero nuestro incesante peregrinar lleva otro rumbo.



 La primavera alfombra el campo para deleite de los viajeros.



 Y sin poder evitarlo, con nuestro infatigable caminar,

llegamos al Tajo,

que cruzamos por el puente que hizo el arzobispo.





Por pistas cada vez más solitarias…



 somos los únicos arrieros de estas sierras,



no vemos ni un alma por estos andurriales,



 solo al ganado, señor de la cañada,



 o a las encinas, las damas solitarias de estas sierras.



Y así, al cansino paso de nuestras burras, 





 nos paramos al ver el dolmen de Aldehuela.







En fin, no es el dolmen, es la España de ahora

la que me deja sin palabras.



Hago una foto a las primeras jaras que jalonan el camino





En Alía, a unos 60 km por pista de nuestro objetivo,

la inscripción,

bien entrada la tarde, nos desviamos

para buscar alojamiento.



Y con últimos rayos del sol de la tarde

recorremos el bellísimo paisaje de las Villuercas.





Por la mañana, estamos emocionados por estar

muy cerca de la estela.


Pero antes queremos conocer a Edu,

el ciclista que encontró para nosotros

de nuevo la inscripción.


Queremos darle las gracias y un abrazo.

Un encuentro emotivo para todos.

¡Gracias Edu!





A pesar de la distancia, mantenemos al tanto de nuestras cuitas

a Juan Carlos “Ceibe”.

Es como si viajara con nosotros.

A la entrada de Madrigalejo, cuando vamos en busca de la pista

que nos llevará en pocos kilómetros hasta la estela,

un golpe seco de la moto me sorprende.

Se acaba de romper la cadena de la moto.



El desafortunado incidente

ocurre a la entrada del pueblo

y por suerte no ha tenido consecuencias para mí.


Alberto, un mecánico y motero,

amigo de Edu nos ayuda.



Pero no es solo la cadena,

el “circlip” que retiene el piñón se ha roto,

también el retén del piñón está dañado,

el aceite del motor se sale,

y en toda la comarca no encontramos un retén de la medida.

Mañana es jueves santo y todo está cerrado.



El viaje, para nuestra desesperación, ha terminado en Madrigalejo.


A muy pocos kilómetros de la estela, abandonamos.



Me despido de Miguel y vuelvo en grúa hacia Asturias.



A pesar de nuestro esfuerzo,

cuatro días y seiscientos cincuenta kilómetros de moto por el campo

no han sido suficientes para llegar hasta la estela.




Sabemos que la estela nos espera …

.



También sabemos que habremos de volver,

aunque no sepamos cuándo,

ya que, de momento,

la burra está amarrada.

.


¡Siste, viator!

¡Detente caminante!

.

.

Seguir leyendo la crónica… SISTE VIATOR. HEROEM CALCAS