EL DOLMEN DE ENTRERRIOS
En un día soleado de primavera
nos propusimos visitar uno de los dólmenes
más espectaculares que se pueden ver en Asturias,
el Dolmen de Entrerríos,
situado en el limite del concejo asturiano de Villayón,
casi sobre la raya de su límite con el de Illano.
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La ruta desde Oviedo, de unos 150 km,
atraviesa varios puertos de montaña,
La Cabruñana, la subida al Puerto del Palo y el Alto de la Marta,
y combina carretera con algunas pistas fáciles
por la Sierra de Carondio.
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Un fallo en el sensor de gasolina, una avería conocida de mi Tiger,
me obliga a controlar el kilometraje.
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Pero algo he debido hacer mal,
porque la moto se para en plena carretera,
a menos de cinco kilómetros de gasolinera más próxima.
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Ponemos la moto en lugar seguro, toca hacer dedo.
Pero de repente una moto se para junto a nosotros.
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Es un ángel, mejor dicho, es Juan, un amigo de Moterosastures,
que nos ofrece su ayuda.
Resuelto el problema, le contamos nuestros planes,
que le pillan de camino hacia la concentración a la que se dirige.
Como no lleva prisa, compartimos ruta.
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Hacemos la primera parada para disfrutar de las vista del Alto de la Marta,
pasado Pola de Allande.
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Nos encontramos con una de las brañas tradicionales
más espectaculares de Asturias, la Braña del Campel,
de la parroquia de Santa Coloma en Allande.
Estas brañas atestiguan el pasado trashumante de sus antiguos habitantes,
que trasladaban su morada a las zonas de alta montaña en la epoca estival
para aprovechar los pastos.
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Seguimos por la carretera y en el alto de Bustantigo
recorremos las pistas, abiertas para los molinos de viento
que atraviesan la Sierra de Carondio.
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Nuestra pista transita por el alto de la sierra
y nos ofrece unas vista impresionantes
sobre un paisaje desabrido, un tanto desolado,
con algunos pinares relictos que aún resisten
tras los numerosos incendios que han asolado estos montes.
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Hasta aquí las pistas no ofrecen dificultad alguna
para motos grandes incluso con acompañante.
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De aquí en adelante, las pistas son de otro talante.
Hay numerosas pistas que dan servicio al monte,
pero están poco o nada transitadas.
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No obstante son anchas, pero al estar su firme poco asentado,
no es infrecuente encontrar profundas cárcavas y roderas
esculpidas por la erosión del agua,
tramos en los que no paramos a hacer fotos.
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Encontrar la pista adecuada para bajar al Collado de Entrerríos
nos cuesta varios intentos fallidos, pero al final, lo conseguimos.
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Blanca decide bajarse en el paso de algún arroyo
donde las numerosas piedras sueltas
comprometen la estabilidad de la moto.
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En esta ladera el bosque parece progresar
y el entorno de hace más dulce gracias a los robles y abedules.
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Para llegar al Dolmen aprovechamos, sin salirnos de ella,
unas rodadas de tractores ganaderos que atraviesan la pradera.
Circulamos con cuidado para no estropear
con nuestras máquinas este maravilloso lugar.
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Los dólmenes (del bretón: tol, mesa; y men, piedra),
son monumentos prehistóricos sepulcrales de carácter megalítico,
constituidos por una gran laja o lastra de piedra
que reposa formando una mesa
sobre varios pilares u ortostatos también de piedra.
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Fueron creados a finales del neolítico o comienzos de la Edad del Bronce
para servir de sepulcro a uno o varios individuos.
Originariamente se recubrían de tierra o cantos más pequeños
formando un túmulo o prominencia
que destacaba sobre el terreno circundante.
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Las grandes losas del Dolmen de Entrerríos
constituyen una de las muestras más espectaculares
de arquitectura dolménica que podemos observar en Asturias.
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Ver las losas al descubierto sin la protección del túmulo que las recubría
es el resultado de años y años de expolio
de sucesivas generaciones que veían en ellas una fuente de tesoros.
La erosión de agua, la lluvia y el hielo hicieron el resto.
Estos parajes cargados de significado histórico y religioso
invitan al disfrute y a la reflexión.
Los caballos, ajenos a nuestras cuitas,
siguen pastando en estas sierras en semilibertad,
tal como seguramente lo hicieron las manadas
de los antiguos constructores de estos dólmenes.
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No tenemos prisa, pero el día va pasando
y encaminamos nuestros pasos
hacia las laderas del río Navia.
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Con los últimos rayos de sol, llegamos a Lantero,
pequeño pueblo al final de la carretera
que observa desde media ladera las aguas del embalse de Doiras.
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Para las motos trail, las rutas no se acaban cuando termina el asfalto,
así que disfrutamos los últimos kilómetros
por una escondida pista que nos lleva
a la orilla del embalse entre robles y pinares.
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En la época adecuada del otoño puedes difrutar
de los numerosos “borrachinos” que engalanan esta pista.
Son los madroños, cuya frutilla roja,
bien madura posee propiedades embriagantes.
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En las orillas del Doiras acaba nuestra ruta.
El sol se ha ido de las profundas orillas del embalse.
Toca despedirse de Juan, que sigue su camino con su moto.
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Nosotros volvimos a Oviedo por otra ruta distinta,
que , de noche ya, se me hizo interminable.
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Gracias Juan por tu ayuda y tu agradable compañía.
Y por el magnífico vídeo que preparaste de la jornada…
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Rodando hacia occidente de Juan (Pedroveya)
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