Jabalí trail II. De Ibias a Sanabria por Los Ancares y el Bierzo.
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Dados los alarmantes síntomas de debilidad
que mostraron los dos participantes en la Jabalí Trail
la organización tomó severas medidas al respecto.
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En los Ancares debieron demostrar
que eran unos verdaderos machotes
y que los polvos de talco y el dentífrico
no habían mermado su valía.
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Los de la organización fueron muy serios:
si no superaban las pruebas de aptitud
serían expulsados de la Jabalí trail
sin contemplaciones.
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Con este paisaje al fondo se les sometió a las primeras pruebas
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Primero Josafrik, el indomable…
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A continuación, el invencible Rodrigo, …
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Como parece que ambos
superamos las pruebas con honor
fuimos readmitidos en la Jabalí trail
y pudimos continuar viajando por los Ancares Leoneses.
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Menos mal que esto no lo había visto la organización,
y todas estas tablas
no las tuvimos que poner nosotros.
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Un poco más limpios que nosotros,
Ya que ellos solo hacían trail (sin jabalí)
encontramos a Ceibe y su compañero
del foro de Africa Twin
que también disfrutaban de estos parajes.
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Un saludo para Carlos y Jose Manuel.
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Gracias a la gente del pueblo,
dispusimos de alojamiento en un lugar fantástico.
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Aquí cenamos, dormimos y desayunamos estilo jabalí.
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Peeeero no todo el mundo piensa que esto es “estilo jabalí”, no.
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Algunos dicen que lo nuestro
es un estilo, digamos,
demasiado margarito.
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Por ejemplo Asturcón (Asturone en el foro África Twin) nos decía…
Cita de: asturcon en 12 de Julio de 2010, 01:40:19 pm
Me parece bien toda la organización en plan asomacho,
pero se contradice con chanclas y bañador,
por no decir lo del saco,
menudos margaritos tais fechos
PD. Yo me baño en pelotas
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Pues a este lo estuvimos esperando toda la tarde y toda la noche,
con una cama que habiamos preparado especialmente para él,
de las que le gustan.
Incluso le pusimos una almohada para que estuviera más cómodo.
Ahí la teneis: sin salir de la cama se podía haber bañado en pelotas,
como a él le gusta.
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Pero no apareció. Todavía lo estamos esperando.
Aprovechando que llovía nos fuimos a conocer el Campo del Agua …
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El camino del Bierzo fue espectacular
con pistas interminables
en las que no vimos un alma.
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Aunque ya estábamos utilizando los tracks con el GPS de Josafrik,
también hicimos alguna parada de vez en cuando
para consultar los mapas.
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Pasado Ponferrada el clima cambió, se hizo más cálido y más seco.
También el paisaje se hizo menos agreste.
Continuamos por desiertas soledades
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Con la confianza de ir en compañía,
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nos adentramos en el Valle del Silencio
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Al atardecer llegamos a Peñalba de Santiago
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Allí mismo, Pilar nos ofreció alojamiento en un acogedor albergue rural
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Para nosotros y nuestras motos
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La mañana siguiente la dedicamos a conocer las maravillas de este enclave,
cuidado con primor por sus habitantes en todos sus rincones.
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Ahí se retiró San Genadio
a ver pasar los últimos años de su vida
como un eremita.
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El paseo hasta la cueva de San Genadio
nos hace desear ser eremitas.
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En el sendero, hallamos el más humilde camposanto
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La Cruz de los Ángeles en la Tebaida berciana. Curioso encuentro.
¡¡Hummm!!!. El mundo es más pequeño de lo que pensamos.
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La cueva se asoma al valle
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y está poblada de exvotos
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Pero nosotros no somos eremitas,
somos nómadas, jabalís viajeros.
Nos vamos hacia el sur,
hacia El Morredero.
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En lo alto, una vista espectacular.
Dejamos atrás el Bierzo, con Ponferrada al fondo.
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Unas extrañas señales en el alto del Morredero
nos muestran el camino
hacia el valle de Truchas,
aunque más bien diríamos
que parecen indicaciones
para ir al monte de los conejos.
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Los jabalís, que no pueden resistirse, siguen adelante.
Parece que lo de menos son las truchas.
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Ya hemos atravesado el valle de Truchas
y no hemos visto ni un conejo.
También hemos pasado por Puebla de Sanabria
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y no vimos ni truchas, ni conejos.
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El día se acaba y tenemos que buscar un sitio donde dormir.
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Cuando llevamos un rato tratando de encontrar un lugar adecuado,
en un cruce de caminos nos encontramos con esto.
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Solo hay que acondicionarlo un poco.
Improvisamos unas escobas para quitar el polvo.
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Aquí pasaremos la noche
compartiendo aposento
con los murciélagos,
ni truchas, ni conejos.
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Ya estábamos muy cerca de la raya de Portugal
y a pesar de las prometedoras señales que habíamos visto,
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que tan excitantes aventuras prometían,
no vimos por esas perdidas tierras
ni un conejo.
Y el único polvo que catamos
fue el que se levantó
barriendo la cabaña.
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