Llan de Cubel no solo es un grupo asturiano de folk muy conocido
que le ha dado un nuevo sonido a la música tradicional.
LLan de Cubel
Desde hace mucho tiempo,
los montañeros que paseaban
por los cordales costeros de Pravia y Cudillero,
dirigían sus miradas al mar desde el Llan de Cubel.
Allí nos dirigimos el sábado 27 de septiembre
guiados por Jandro. Euge, Diego y yo
tras la reunión en los sitios acostumbrados.
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La ruta pasa por Somao, un conjunto admirable de casas de indianos
que parece un balcón asomado al mar Cantábrico.
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Recorremos las primeras pistas, para tomar altura.
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Las aldeas se suceden sobre el verde tapiz asturiano.
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Tomamos un carreterilla para subir al Mirador de la Penoña.
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En el Mirador de la Peñona hay un área recreativa
en la que te puedes asar unas chuletas mirando al mar.
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Nos reunimos en el alto para planificar la próxima etapa.
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A partir de aquí, nos dejaremos llevar por cualquier pista
hasta nuestro objetivo.
De camino, nos encontramos con rincones muy cuidados.
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Las pistas, muy bien acondicionadas,
con el suelo seco y bien apisonado,
se suceden por bosques de eucaliptos,
árbol de crecimiento rápido,
que se ha extendido por estas empinadas laderas,
protegido de las heladas por la cercanía del mar.
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Pasamos por collados y cresterías:
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y por laderas interminables:
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Hasta llegar a las cumbres:
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Estas brañas de Salas, Valdés y Cudillero,
en las que los vaqueiros de alzada
asentaban su ganado los meses de invierno,
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son para mí territorios mágicos de antaño.
En estas brañas, en las tardes oscuras del invierno,
al salir de la escuela, los más mayores me contaron las leyendas del cuélebre,
de la piedra de la filadoira,
y me hablaron del tesoro de los lagos de Somiedo,
donde llevaban a pastar su ganado en verano.
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En estas brañas compartí el orgullo de los vaqueiros,
que contaban cómo sus antepasados
arrancaron en la iglesia de San Martín de Luiña
la viga de madera que con estas palabras
les negaba el paso en lo sagrado:
“Non pasen de aquí los vaqueiros”.
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Y con los vaqueiros fui, también a caballo,
arreando orgulloso el ganado
a las ferias de Castañedo y Mallecina.
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Pero hoy, el limpio cielo de estas brañas
lo sobrevuelan malos presagios:
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No son los buitres, integrados en la pirámide ecológica de la naturaleza,
los que las amenazan.
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Sino las grandes hileras de molinos de viento que,
recientemente instalados, coronan su paisaje.
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El territorio mágico de estas brañas vaqueiras
lo han ganado para sí las industrias eólicas
con el fin de engrosar sus cuentas de resultados,
con el beneplácito de todos para frenar el efecto invernadero.
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Muy pocas cumbres se han librado de la invasión de las eólicas.
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Las industrias no descansan los fines de semanapara lograr sus objetivos.
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Pero en las últimas brañas
aún quedan restos de aprovechamiento ganadero tradicional,tal como yo lo conocí.- - Y los últimos vaqueiros, tan orgullosos como antaño,
siguen arreando su ganado por estas cumbres.
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Hasta que las nuevas formas del progreso industrial y ecológico
les cierren el paso
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Ojalá que el progreso no los trate como a la coruxa,