Por fin, Castilla

 

Por fin, Castilla

 

¡¡Por fin, Castilla!!



Aprovechando que hace mejor tiempo,


que parece que se acaban


las heladas y las nieblas en Castilla,


que los primeros reyes leoneses


fueron primero asturianos,


y que de León surgió Castilla,


Arturo y yo,


por fin, nos fuimos a Castilla.




Con nuestros nombres y monturas


no fue difícil adentrarse en León


por el puerto que más a mano nos quedaba.

 









Pasada la cordillera, el paisaje comienza a suavizarse

y podemos encontrarnos


con una maraña interminable


de pistas y caminos,


por cierto muy bien indicada.



No encontramos especiales dificultades

para rodar en los primeros tramos.





Y fue muy fácil alcanzar nuestro destino

.

.


Pero durante el viaje

encontramos algunas prohibiciones que,

en estos últimos días del invierno,

nos llamaron mucho la atención.




La verdad es que Arturo y yo

no teníamos ningún interés

en saltarnos prohibiciones.


Además…


¿No está  Castilla y León muy lejos del mar?




Pero enseguida encontramos la explicación…

En Castilla y León hay agua por todas partes



En los ríos …



En los caminos …



En los campos…


 


En los sembrados



¡Menuda es Castilla y León!


Menos mal que aquí no hay mar,

aunque lo parezca.


Pasamos un intenso día

esquivando el agua castellana,

pero comprobamos que Castilla

además de agua, cielo y tierra,

tiene muchos más alicientes para el viajero.


Cruzamos viejos caminos,




que algunos conocéis muy bien.

ARRIEROS DEL SIGLO XXI. En moto por la Cañada Leonesa Oriental. Primer día

.

.

Tiene ermitas …


Y majadas de pastores.








Tan acogedoras fueron para los caballeros asturianos…



que aprovechamos para degustar algún producto de la tierra


 Nos topamos con pueblos









Con joyas mudéjares,

 abandonadas ruinas,

de pueblos como Villacreces

en medio del silencio y de la nada.







Con viejas villas de nuestros antepasados,

como la de Tejada,

en Quintanilla de la Cueza,

que no sabemos muy bien

si fueron templos o lupanares,

aunque mas nos gustara lo segundo.

.

Villa romana de la Tejada

La villa romana de la Tejada

Mosaico


Con derruidos palomares

de disuelto adobe


También vimos

cómo caía la tarde en la montaña leonesa.




Y cómo llegaba la noche.



Pero Arturo y yo,

no hicimos como los últimos reyes asturianos

que se quedaron en León.




En Puebla de Lillo nos abrigamos bien,

tal como hacían ellos contra el frío,

y volvimos a pasar la cordillera.




Por fin, pasando por León,

habíamos ido a Castilla,

la que tan cerca tiene el mar.


¿O es la Mari?


Saludos