SISTE VIATOR HEROEM CALCAS
Hace diez años,
recorriendo la cañada real leonesa occidental
encontramos una misteriosa estela en medio de la nada.
En aquel viaje, como luego en tantos otros,
Xosenel fue nuestro guía,
el insustituible soporte de todos los viajeros.
Como una forma de homenaje a nuestro amigo Xosenel,
que emprendió su último viaje hace bien poco,
queremos llegar hasta aquella estela misteriosa.
El primer intento se nos frustró a Miguel y a mí,
muy cerca de nuestro destino
como habeis visto en la anterior crónica.
SISTE VIATOR. En busca de la estela.
Como la idea de llegar hasta la misteriosas estela
para dedicársela a nuestro amigo Xosenel
seguía dando vueltas en nuestra imaginación,
busqué de nuevo la forma de llegar hasta allí.
En esta ocasión, aprovechando unos pocos días de mayo,
cuatro amigos, Euge, Dani, Miguel y yo,
nos dirigimos hacia el sur con nuestras motos.
Queremos también reconocer una ruta trail
que hemos trazado por el campo
realizada ex-profeso para el viaje de vuelta hacia Asturias.
Pretendemos con ello tener una ruta trail de largo recorrido
que, desde Asturias hasta la estela, al sur de Cáceres, en Extremadura
recorrerá cerca de 1.400 km por España
pasando por numerosos lugares de interés
para los viajeros que sientan curiosidad
por conocer mejor nuestro país.
Como solo disponemos de cinco días
ycalculamos cuatro para la vuelta por el campo,
en esta ocasión, es imperativo acercarse por carretera
hasta la pista que, desde Alía, en Cáceres,
nos llevará por la cañada hasta la estela.
Primer día.
El viaje por la carretera N-630 no tiene más interés
para nosotros que probar nuestra paciencia
y nuestro aguante por el asfalto rectilíneo.
A lo largo del día nos vamos quitando capas de ropa
según nos acercamos hacia el sur
y solo las curiosidades que vemos en las gasolineras,
nuestras únicas paradas, nos llaman la atención.
… Como este bar al que nos lleva Dani
situado entre dos autobuses varados a la orilla de la carretera
en las afueras de Salamanca.
Carreteras generales, enlaces por autopista
y una última carretera revirada y divertida
nos llevan por la tarde hasta Guadalupe,
bello lugar de peregrinación en Cáceres,
que dejamos a un lado porque no es ese nuestro destino.
En otra ocasión, quizá, tendrá nuestra visita.
Nuestra pretensión es llegar esta misma tarde hasta la estela.
En una luminosa tarde de primavera retomamos en Alía
la pista que abandonamos en el intento anterior
para recorrer los sesenta kilómetros de pista
que nos separan de nuestro destino.
Un error al seguir el track nos introduce
en un tramo señalizado como camino natural
vedado en algunos tramos a vehículos a motor.
Esto nos obliga a buscar una salida de este preciosos paraje
perdiendo una parte de la ruta que teníamos prevista.
Nos acercamos a la carretera
teniendo de nuevo Guadalupe a nuestra vista.
-
Retomamos de nuevo nuestro track
junto a una desvencijada venta, hoy abandonada.
Parece que solo las cigüeñas recorren este tramo de cañada.
Las dificultades por las cercas se acumulan.
Los caminos que van por dehesas ganaderas
terminan siempre en vallas con candado.
Todo es privado y las portillas estan encadenadas.
En seiscientos kilómetros de cañada que llevamos
esto apenas ha pasado.
Nuestro camino hacia el sur por la cañada,
en Extremadura, simplemente está vedado.
Idas y venidas,
vueltas y más vueltas,
hacen que las horas del reloj avancen
sin que aminoremos la distancia que nos separa de la estela.
Cuando la luz rojiza del atardecer
se cuela entre los rayos de la tormenta que se acerca
y los truenos que oimos evocan aquellos que tronaron
el día que conocí a Xosenel,
encontramos un importante hito del camino.
Aquel que desempolvamos entre las viejas fotos
del viaje por la cañada hace diez años:
las columnas que dan acceso a la finca El Torilejo.
No cabe duda, estamos cerca de la estela.
Por aquí, hace diez años, recorrimos el cordel de Merinas,
el tramo por la Silleta a Cincho,
el que pasa por la finca “El Torilejo”.
Entonados nombres que leímos en el cartel
que quedó plasmado en las viejas fotos.
Alegres, y más aún, emocionados,
sabemos que ya no podemos estar lejos.
Fue después de estas columnas, después del cartel,
cuando encontré aquella estela en medio de la nada,
mientras solo y perdido en el camino
buscaba a mis amigos que rodaban por delante.
En ese momento, emocionados,
en una loma que domina el territorio,
con los rayos de la tormenta cada vez mas cerca,
luchamos por acercarnos a la estela.
Sentimos que está cerca.
Cierres con candados en las pistas,
carriles abandonados,
vegetación que ha crecido
por donde nadie pasa desde hace años
y queremos pasar ahora nosotros,
nos desesperan, nos hacen sudar
y nos desconciertan.
Sabemos que estamos cerca,
ero no damos con la estela.
Esta vez no son la cadena rota de la moto
ni el piñón y su retén,
son las agujas del reloj,
los rayos y la tormenta,
las vallas y la vegetación que cierran los caminos
las que nos hacen abandonar.
¡Hoy, a nuestro pesar, tampoco llegaremos a la estela!
Nos calamos bien, a fondo, para llegar por carretera
al hotel de Madrigalejo mejor nombrado para la ocasión:
“La vía del caminante”.
Allí Dani, que es un hombre organizado
nos muestra , como el naúfrago de la película,
su capacidad para hacer amigos.
Mañana será otro día.
Segundo día
Como no queremos equivocarnos
con tracks trazados desde el cielo
a partir de las fotos aéreas,
utilizaremos para llegar hasta la estela
la ruta que especiamente ha trazado
para ello Edu, nuestro amigo ciclista de Madrigalejo,
que ha recorrido en bicicleta aquellos parajes.
Pero nunca ha sido fácil hacer trail
por lugares desconocidos.
Los tramos habilitados para bicicleta
están prohibidos para vehículos a motor.
Ahí estaba la de Ceibe que pasó por estos parajes días después.
Otros campos han sido recientemente roturados
y los caminos casi han desaparecido
No podemos negar la belleza del paisaje.
Poco a poco llegamos al lugar habitado más cercano a nuestra estela.
No hay nadie en el cortijo,
asi que seguimos adelante.
Hy rodamos otra vez por fincas ganaderas.
.
Cada vez más cerca, presentimos que aquella loma
es el paraje final de nuestras cuitas.
Por fin, emocionados,
ahora sí, llegamos a la estela.
Ya estamos en la loma que domina el horizonte.
El recuerdo de nuestro amigo Xosenel
nos ha traído hasta aquí para hacerle un homenaje.
Con el paisaje de la infinita dehesa
tendido a nuestros pies,
leemos el poema dedicado a Xosenel,
en nombre de todos sus amigos.
Este fue el homenaje de corazón
que unos amigos moteros
hicimos al que ha sido
nuestro maestro, guía y compañero en tantas ocasiones.
¡Gracias Xosenel!
El silencio de esta dehesa y el recuerdo de nuestro amigo
nos acompañaron durante un buen rato.
Queríamos prolongar ese momento
en esa mañana tan especial de primavera.
¡SISTE VIATOR, HEROEM CALCAS!
Como si fuéramos nómadas o arrieros
que no pueden permanecer demasiado tiempo
en ningún sitio,
iniciamos el retorno con la sensación
de haber cumplido con agrado
un voto, una promesa.
.
Volvemos a pasar por el cortijo,
que ahora sí, está habitado.
.
Y logramos hablar con su encargado.
.
Toda la vida allí y nada sabe de la estela.
No sabe dónde está,
ni por quién,
ni a quién ha sido dedicada.
Aún continúa el misterio de esta estela.
Amablemente, nos da el teléfono
de otra finca circundante
diciendo que allí, quizá, nos den razones.
Decimos adios a la amabilidad del encargado del cortijo
dedicado a la cría de ganados avileños.
.
Y paramos en el primer pueblo a cargar bebidas
para el trayecto de secano que aguarda por delante.
- Disculpe señora y tenga cuidado al pasar
que hemos ocupado su acera.
- Tengan cuidado ustedes que parece que van más lejos.
¡Cuanta razón tenía la señora!
Nos esperan casi 700 km rumbo norte,
rodando por pistas desconocidas
tratando de verificar la continuidad
de la ruta trail que hemos trazado.
Siempre al norte por cañadas, cordeles y veredas
casi siempre con un camino carretero de servicio
que nos permite avanzar sin dificultades.
De momento estamos frescos
y no queremos descansar.
Las indicaciones de los caminos
nos ayudan a confirmar
que nuestra ruta es la adecuada.
Es muy sencillo. Siga el cordel.
Todo tieso hasta Torrecillas de la Tiesa.
.
Paradas breves para repostar
o tomar un refrigerio,
ahora sí, en cualquier descansadero del camino.
Tras varias horas conviviendo con el polvo del camino,
descubrimos que el nombre de Harry,
en Extremadura, estaría bien justificado.
.
No todo es polvo del camino,
por aquí también tienen negocios.
.
Las dehesas guardan toros de los bravos.
Y animales misteriosos al acecho de los desprevenidos caminantes.
¡Puede pasar el que quiera a la dehesa!
Sabiendo que son bravos,
sin tener que debatir,
nosotros, esta vez, damos la vuelta.
Pisamos la cañada real leonesa occidental…
recorremos la cañada del puerto de Miravete…
anduvimos por el cordel de Torrealla…
por el cordel de Berenga…
por la cañada de la Puente mocha…
por la cañada Trujillana …
y poco antes de Serradilla,
entre flores que circundan el camino,
cruzamos de nuevo el Tajo.
En Serradilla nos adentramos en Monfragüe
para pasar una sierra plagada de pinares.
En la subida al collado más alto
nos encontramos el recuerdo de los lobos
que aún pueblan estas sierras.
.
Y más interesante aún, nos encontramos
una muestra del dialecto altoextremeño,
que todavía se conserva en el norte de Cáceres,
y que tiene rasgos compartidos con el asturiano.
Estos territorios han mantenido
intensos contactos culturales con el norte,
ya que fueron repoblados
en el siglo XI durante la Reconquista
por colonos asturleoneses,
siendo continuo el trasiego de pastores
entre el norte y el sur durante siglos
debido a la trashumancia.
En el mirador que hay en el picacho
nos hacemos unas fotos.
.
Como arrieros que, de nuevo,
recorren la cañada,
vamos dejando atrás Extremadura.
Estos chicos, Euge, Miguel y Dani,
que parecen malotes de portada,
son los magníficos amigos que me han acompañado.
Juntos hemos realizado un viaje
que me hubiera resultado imposible
hacer en solitario.
¡Gracias amigos!
En uno de esos días, Ceibe, inquebrantable,
a lomos de su bici, con su esfuerzo,
también llegó hasta la estela,
como un héroe,
pedaleando en solitario.
¡Bravo Ceibe!
A nosotros, rodando, rodando,
nos bastó seguir las indicaciones
para llegar hasta Plasencia.
.
Tercer día
Atamos las alforjas a las burras
y salimos de Plasencia en una bonita mañana
por las orillas del embalse.
Pero encontrar la continuidad de la cañada es complicado.
Respetuosos con los cierres
buscamos un enlace más al norte.
Iremos alternando puertecillos asfaltados
con caminos carreteros
en los que la vegetación no deja de darnos manotazos.
.
Atravesamos territorios habitados
por nostálgicos de los viejos reinos medievales.
Parece que siempre hubiera disconformes
con esta común tierra que pisamos.
.
Tras otro puerto…
que es parada obligada para disfrutar de los paisajes,
llegamos a Montemayor de la Cañada…
un cuidado pueblo con su plaza y su castillo.
Pero no todo es paisaje y patrimonio en los pueblos españoles.
También en el mundo rural se cuecen habas.
A la salida de Montemayor encontramos la calzada romana.
Si ha llegado hasta nosotros después de dos mil años
mejor que no la hollemos con las motos.
.
Un pequeño desvió por asfalto entre lavandas y escobas floridas de amarillo
nos lleva de nuevo a nuestra ruta.
Escoltados por la sierra de Béjar al oriente,
un ameno camino carretero
nos lleva a un pueblo lineal que tiene en su nombre
escrito su destino: Calzada de Béjar.
Coindidimos claramente con la ruta de la Plata.
.
Aquí todavía permanecen algunos miliarios que plantaron los romanos.
.
Y si alguno pregunta si esta ruta es fácil o difícil,
le podemos decir que, hasta ahora,
casi toda se podría hacer con la Kangoo de Xosenel,
llevando incluso un remolque aparejado.
.
En ocasiones tenemos algunas dudas
por las verjas que hay que abrir,
ya que no sabemos si son bravos los ganados
que hay tras la cancela.
Como con los toros no nos atrevemos,
y con estos compañeros no se puede
ser serio bajo el casco,
jugamos a lo primero que se nos ocurre en el camino.
Y teniendo Salamanca a tiro de cañón
y también los Arapiles grande y chico,
donde, en 1812, se libró la histórica batalla contra los franceses
dimos por terminada en paz esta jornada,
dejando al ganado pastando en las afueras.
Cuarto día
Entre Salamanca y Zamora,
restando kilómetros al norte,
compartimos nuevos tramos con la Vía de la Plata,
que con sus nuevos miliarios de granito
nos marca las distancias.
.
¡Para, quita, ven, ahí quieto, pasa ahora! …
y, por la foto,
se produce, en parado, la única caída de la ruta.
Dani, que no deja de hacer amigos,
saluda a los solitarios sabios del camino.
La Vía de la Plata, ruta milenaria
que recorren, cada vez más numerosos,
centenares de viajeros que vienen
de cualquier lugar del mundo,
tiene sus mantenedores,
que reinstauran uno a uno los miliarios.
Pero también cuenta con sus detractores,
que mostrando su carácter paleolítico,
en el lugar de entrada a un pueblo,
en el primero que verán los visitantes,
dejan su firma, el basurero en la ventana,
para admiración de los viajeros.
O trastocan el Brocal de las promesas,
el hito no hace mucho inaugurado
que marca el cruce de tres caminos milenarios a Santiago:
La Vía de la Plata, la Vía Mirandesa y la Dalmacia.
.
Al fondo está Zamora,
pero no vemos a Viriato,
el héroe lusitano, que también tiene su estatua,
y se merecía la visita,
porque llevando varios días por el campo
parece que ya no soportamos los semáforos.
Al norte de Zamora volvemos a coincidir
con las dehesas de ganado bravo,
esos toros bravos que alguna vez
también fueron terneros.
Vamos recorriendo ahora
los caminos que me ensenó Lucio, el piel roja.
No solo hay encinas,
también aquello que nos llamaban
los maestros en la escuela:
¡alcornoques!
Tras varios días de ruta y buena compañía,
“jornadas de esfuerzo compartido con amigos”
en los que la estela se va convirtiendo en un bello recuerdo…
se nos revela de nuevo en un hito inesperado del camino.
Hacemos un descanso
tomando el sol, como las placas.
y nos despedimos de Miguel,
gran compañero para las grandes rutas,
que me ha acompañado en los dos viajes a la estela.
¡Gracias Miguel!
.
Los demás, Euge, Dani y yo, continuamos
por Tierra de Campos…
.
Por la tarde nos sorprende una enhiesta espadaña
solitaria en medio de un sembrado.
Son los restos de la iglesia de Toldanos,
poblado levantado en el lejano siglo X,
por mozárabes venidos de Toledo.
De aquel pueblo queda poco más que unos muros
y la espadaña de su iglesia.
El adobe y el tapial con que se construían por aquí los edificios
se ha deshecho tras el paso de los siglos.
No es el único despoblado que hallamos por aquí.
ya que, tras bordear el monte “El raso”,
lugar donde se encuentra el pinar de Villalpando
nos encontramos con el paredón de Amaldos,
otro lugar perdido de la Historia.
Este paredón de canto rodado,
tan imponente sobre el paisaje circundante como siempre,
es lo único que queda de la torre de la iglesia de San Salvador,
del poblado de Almaldos, que se despobló a comienzos del siglo XVII.
Los palomares bien conservados
que nos encontramos a ambos lados del camino
y las avutardas, el mayor ave que vuela en la península,
que vemos por decenas,
nos recuerdan que estamos muy cerca de Castroverde de Campos.
Si Sergio, Elwood blues, alguna vez lee esta crónica
sabrá que los viejos amigos seguimos en la brecha.
Nuestra próxima parada es Becilla de Valderaduey
donde nos acercamos para ver si podemos hacer una foto
al resto más antiguo del pueblo, el puente romano,
sin ver cables, naves, o basura.
¡Casi, casi lo logramos!
Retomamos la Cañada real leonesa occidental
con Mayorga por destino.
Donde vemos el el rollo de Mayorga.
.
.
.
Mayorga está en fiestas,
pocesión, toros, verbena,
lo suyo en estos casos,
lo que nos invita a seguir adelante
a buscar alojamiento en otros lares,
porque nuestras motos gustan más, ya lo sabemos,
de la paz en los sembrados.
Quinto día
Amanece en Villada,
de donde salen para el mundo las pipas de Facundo.
Por pistas entre sembrados…
al lado de viejos palomares
Llegamos a este curioso lugar en las afueras
de Vega de Ruiponce: la piedra del milagro.
- Los excépticos preguntan que cuál es el milagro.
.
Y algunos responden:
- ¿Acaso no es milagro que Euge y Dani midan lo mismo?
.
¡Eso es un milagro!
Paramos a ver la singular iglesia
románica y mudéjar de Santervás de Campos.
Estos pueblos que hoy casi están abandonados
fueron patria chica de venturosos viajeros,
como Ponce de León,
conquistador de Puerto Rico,
que puso nombre a la tierra de Florida,
ya que llegó a ella el día de la Pascua Florida,
advirtiendo que ese nombre se avenía bien
con la exuberancia del paisaje.
Un poco más al norte buscamos otro pueblo abandonado.
En Villacreces sólo la torre mudéjar del siglo XV
se mantiene enteramente en pie.
Una orquesta ocupa el pueblo filmando un videoclip
con la soledad desasosegante de estas ruinas como fondo.
.
Un empujón más sorteando las vías del AVE
y llegamos a Grajal de Campos
ya muy cerca de Sahagún.
Merece la pena hacer una parada en Grajal de Campos.
Pero no solo por su castillo artillero
construído por un noble poderoso
cuando ya no eran necesarios los castillos,
(hoy hubiera construído un aeropuerto, aunque no tuviera aviones),
con un único cañón que apunta al pueblo,
metáfora de un tiempo.
Ni por su maravilloso palacio renacentista
con su patio,
su balcón
.
y su escalera
.
que hoy es albergue de peregrinos
que vienen por el camino de Madrid.
En Grajal de Campos lo más importante es un hombre,
su viejo alcalde, que jubilado volvió a su pueblo
a luchar como un león, casi en solitario,
por mantener este maravillo patrimonio en pie.
Si vas a Grajal no dejarás de conocerlo
porque él es el que valora, mantiene y enseña
estas desconocidas maravillas.
¡Bravo, Sr. Alcalde!
Pasado Sahagún compartimos viaje
con los peregrinos a Santiago
en el camino francés.
Dani no puede evitar hacer amigas.
No solo le sonríe el microondas.
Encontramos cerrado el bar Elvis
singular mural de pensamientos y emociones.
Pienso que si a esa cárcel
en que parece convertida la ventana
le falta un barrote,
quizá es porque los sueños vuelan libres.
El Camino francés comparte traza
con la calzada romana.
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Visitamos Lancia, la vieja ciudad de los astures,
arrasada por los romanos,
y solo parcialmente excavada,
en la que se observan pocos restos.
Entramos en las últimas etapas de un viaje
.
en el que no dejan de sorprendernos curiosas curiosidades…
.
magníficas magnificiencias…
como San Miguel de la Escalada,
arruinadísimas ruinas,
como las del monasterio de San Pedro de Eslonza ,
montañosas cordilleras como la Cantábrica,
cada vez más cerca,
y maravillosas maravillas, como el puerto de Vegarada,
por el que entramos en Asturias,
para saludar a nuestros amigos Valentín y Begoña,
que desde LLames, también estuvieron al tanto de nuestro viaje.
De Asturias partimos cuatro amigos
Miguel, Euge, Dani y yo,
para hacer un emotivo viaje:
el que realizamos para dedicarle un homenaje,
a nuestro amigo Xosenel allá en la estela,
al que fue nuestro maestro, guía e infatigable compañero.
Desde ahora sentimos que, tanto aquella estela misteriosa,
que los antiguos plantaron en medio de la nada,
como la ruta por las viejas cañadas que nos llevaron hasta ella,
bien pueden estar dedicadas a su memoria.
¡SISTE VIATOR, HEROEM CALCAS!
Seguir leyendo para conocer la ruta… “SISTE VIATOR. La ruta”
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